Una fotógrafa se acerca al barrio rojo de Calcuta con la intención de fotografiar a las prostitutas que trabajan ahí y acaba estableciendo relación con los niños que viven ahí. Les dejará cámaras fotográficas y dará clases de fotografía, con el objetivo de acceder a este ámbito, aunque finalmente acabe preocupándose por su escolarización.
Éste documental abrió un amplio debate sobre cómo se habían utilizado las cámaras y a los niños para obtener imágenes que de otra forma hubiese sido difícil obtener, así como por los supuestos beneficios que esta intervención habría tenido en la vida de los niños. En definitiva, reflexiones entorno al carácter ético de la forma de trabajar de la autora y de éste tipo de trabajos en sí, que se realizan en entornos muy deprimidos sin tener en cuenta el derecho a la intimidad y a la auto-representación de esta población, dado que un trabajo así con otro colectivo más pudiente no se habría podido realizar o se tendría que haber hecho de forma muy diferente.
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